lunes, 12 de mayo de 2014

¡Quiero besar y tocar!

¿Es un tema que viene a tu pensamiento desde la adolescencia? Abordémoslo con claridad.

LAS CARICIAS, EXCITAN

No es lo mismo acariciar a un perrito o frotarle el brazo a tu abuelita que abrazar a tu novio o novia.
En tu relación de pareja, el contacto físico despierta en ti algo diferente. Es natural. La ternura se mezcla con vibraciones sensuales.
Hay algo que se mueve dentro de ti con el contacto físico de tu pareja. Digámoslo simple: se llama excitación sexual.
La excitación sexual puede ser ligera (como la ocasionada por la confortable sensación de un cálido roce), fuerte (como la que te estremece ante un contacto de tus labios con los de otra persona) y profunda (como la que sucede con estimulación de tus zonas más sensibles).
Las caricias son el camino imprescindible hacia la relación sexual; si se practican sin límites pueden causar  mucho daño a la autoestima y a la dignidad; pero si se realizan de forma inteligente, fungen como un mediador de qué tan avanzada está la relación, y generan un vínculo de respeto.
LAS CARICIAS TIENE UN PROCESO
María me gusta y creo que yo a ella, así que quise averiguar hasta dónde podíamos llegar.
1. En la primera salida puse una mano en su espalda mientras caminábamos.
2. Repetí varias veces el recurso y dejé cada vez más tiempo mi mano sobre ella hasta que logré andar a su        lado rodeándole su cintura.
4. Al llegar a su casa nos despedimos con un suave beso en la boca. Fue muy apasionante en mí.
5. Poco a poco nuestro besos comenzaron a ser más profundos. Los labios ya no sólo se rosaban, ahora se     doblaban por la presión y se lubricaban con nuestra saliva.
6. Comenzamos a jugar con las lenguas introduciédolas en la boca del otro. Tratábamos de tocar el paladar,     los dientes o la garganta. El entretenimiento nos excitaba mucho. Aprendí que ciertos movimientos de las       lenguas pueden ser una imitación del acto sexual.
7. Una noche, mientras experimentábamos besos profundos, bajé mi mano  hasta rozar ligeramente sus             senos. Ella se separó, así que volví a intentarlo. Cuando logré tocar uno de sus pechos, me detuve                 apoyádome en él como en un gesto de fraternidad inocente. Ella me rechazó de nuevo.
8. El juego de "yo poner mi mano y ella quitarla" se convirtió en habitual, pero al final gané. dejó de                  defenderse y pude, ya no sólo tocar sus senos, sino manipular abiertamente. A esas alturas María solía          tocarme también por encima del pantalón.
9. No me conformé. Yo quería meterle la mano a la blusa y sentir la suavidad de su piel. Un día lo logré.          Comenzamos a alternar las caricias de los senos con roces de piernas y glúteos por debajo de la ropa.
10. poco después, la sensación de frotar sus pechos con las manos no fue suficiente y tuve el impulso de          besarlos. Para esta práctica ella necesitaba estar totalmente descubierta, así que buscamos lugares más         oscuros y privados. Al platicar sobre lo que nos estaba ocurriendo llegábamos a la conclusión de que no       había riesgos ni pasaría nada si nos deteníamos antes del acto sexual.
11. Comenzamos a procurar habitaciones y hoteles en las "que, con la consigna de no llegar al coito, nos           desnudábamos; nos bañábamos juntos, y acariciábamos nuestras partes íntimas hasta enloquecer.
12. Pero el instinto es muy poderoso y; la relación sexual completa ocurrió un día sin que pudiera intervenir         nuestra voluntad.
13 A partir de ese momento comenzamos a mantener relaciones en forma continua. María se asesoró con         unas amigas, para tomar anticonceptivos y al menos una vez por semana teníamos sexo. Éramos como un     matrimonio, pues nuestra intimidad había llegado al máximo, pero nuestro compromiso, no.

Después de un año de relaciones sexuales (más de treinta encuentros), comencé a aburrirme. Se terminó entre nosotros la luna de miel. Ya no había pasión ni enigma. nos conocíamos demasiado.
Cruzó por mi vida una nueva compañera en la universidad y salí con ella. Volví a experimentar la belleza de un beso apasionado y el reto de comenzar la conquista.
Dejé a María. Me duele un poco porque nos habíamos encariñado mucho. Dicen que, en esto del sexo, la que más pierde es la mujer, aunque yo pienso que el gozo fue mutuo y que no tengo por qué sentirme culpable.
Todos tenemos derecho a buscar nuestra felicidad.
¿Qué opinas sobre este tema?, ¿Está correcto esto o no?, ¿Cuál sería tu punto de vista como adolescente?

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